Las Inversiones en el TLC

domingo, 27 de mayo de 2007

LO CHIPOTUDO DE LAS INVERSIONES EN EL TLC

Escribe Pedro Francke

“Lo que es justo es parejo, y lo que es parejo no es chipotudo”. Este es un dicho que aprendí de mi padre, mexicano, nacido en Torreón, estado de Coahuila, en el norte de México.

Chipotudo (mexicanismo): superficie que tiene partes abultadas o que sobresalen, como chichones. Por extensión, se dice de aquellas situaciones en las que no todos son tratados igual sino que hay privilegios para algunos.

Traducción a un peruanismo: “el suelo tiene que estar parejo”. No debe haber diferencias: un trato justo es igual para todos. Si otro puede, yo también puedo.

Porque es horrible ser tratado de manera discriminatoria. Peor aún si en nuestro propio país, los nacionales tuviéramos menos derechos que los extranjeros. Penosamente, es precisamente esto lo que establece el TLC firmado por Bush y Toledo. Este es uno de los puntos que quieren cambiar los demócratas norteamericanos, pero sólo para ellos.


Privilegios para las trasnacionales en el TLC Bush - Toledo


En efecto, uno de los cambios que los demócratas norteamericanos han demandado al gobierno de Bush en relación al TLC, es que se establezca claramente que los inversionistas extranjeros (peruanos) no podrán tener más derechos en los Estados Unidos, que los propios norteamericanos. Suena lógico, ¿no? que un extranjero no vaya a tener más derechos que uno del propio país.

Esta exigencia demócrata se debe a que el TLC Bush-Toledo otorga ventajas especiales a las trasnacionales, ventajas que no tienen las empresas nacionales. Según ese TLC, los inversionistas extranjeros ante cualquier medida que afecte sus ganancias, como una modificación tributaria o una nueva regulación para resguardar el medio ambiente, pueden demandar ante un tribunal internacional de arbitraje una compensación millonaria del Estado donde se encuentran. Esta posibilidad, bajo la figura de la llamada “expropiación indirecta”, se aplicaría a las inversiones de empresas peruanas en los de Estados Unidos y a inversiones de empresas norteamericanas en el Perú. Por ejemplo, si el TLC estuviera vigente, el Citibank, que es dueño del 42% de una AFP, hubiera podido argüir que la ley de desafiliación de las AFPs afecte a sus expectativas de ganancias, y reclamar una indemnización ante un tribunal internacional. Es, por cierto, lo que hizo la empresa chilena Luchetti, amparada por una convenio a estas cláusulas del TLC: cuando se le retiró el permiso de operar en los Pantanos de Villa que había obtenido gracias a una relación privilegiada con Vladimiro Montesinos – filmada en video – demandó al Estado peruano ante un tribunal internacional por 150 millones de dólares ¡!

A nivel mundial, un reciente informe de las Naciones Unidas (UNCTAD) contabiliza 248 casos de empresas trasnacionales enjuiciando a estados en base a convenios de “protección de inversiones” similares a lo que pretende establecer el TLC. Algunas de las razones de esos juicios son por haberse aumentado el IGV, cambiado el uso de una tierra urbana a agrícola o eliminado el permiso de botar desechos tóxicos. Argentina enfrenta 42 juicios por un total de 18 mil millones de dólares en su contra, México acumula 18 juicios debido a su TLC con los Estados Unidos. El asunto es serio. Estas “protecciones” a las inversiones extranjeras, que son en verdad ventajas especiales para las trasnacionales, no han sido incluidas en los convenios internacionales de la Organización Mundial del Comercio por la resistencia de los países subdesarrollados frente a las pretensiones de Estados Unidos y Europa.

Estas condiciones del TLC se aplican incluso si el inversionista no ha realizado efectivamente ninguna inversión, sino solamente pensaba hacerlas, y por eso tenía expectativas de ganancia. Por ejemplo, si el TLC ya estuviera vigente y la empresa que ganó las tramposas licitaciones de patrulleros o ambulancias hubiera sido norteamericana, habría podido hacer este juicio al Perú cuando se anularon esas licitaciones.

Por cierto, una empresa peruana no puede exigir compensación por una “expropiación indirecta”, figura que no existe en la legislación peruana, ante un tribunal internacional, porque para atender sus reclamos está la justicia nacional. Tampoco lo puede hacer una empresa estadounidense en Estados Unidos.

Los demócratas norteamericanos han demandado ante Bush que esta parte del TLC sea cambiada. No quieren que si un inversionista peruano va a los Estados Unidos, tenga allá más derechos que los propios norteamericanos. Por lo tanto, los inversionistas peruanos en EEUU no podrán recurrir a tribunales internacionales. Los demócratas se han preocupado por eso a pesar de que las inversiones peruanas en EEUU son insignificantes para su economía. Mucha mayor es, sin duda, la importancia de las inversiones estadounidenses en suelo peruano, que suman más de 3 mil millones de dólares en rubros como minería, banca y finanzas, comercio, petróleo y gas. Pero lamentablemente eso no ha sido de preocupación de nuestros gobiernos, el anterior y el actual, que han aceptado en el capítulo de inversiones del TLC todo lo que quería el gobierno de Bush, el gran defensor de las trasnacionales.

Lo justo, tío Pacori

El más elemental criterio de justicia establece que las condiciones de un pacto, si no son especialmente ventajosas para quien está en situación peor, deben al menos ser iguales. Por lo tanto, si el TLC es cambiado para que los inversionistas peruanos no tengamos privilegios en Estados Unidos, lo mismo debe aplicarse al revés: los inversionistas gringos no deben tener más derechos que los peruanos en el Perú. Esa no ha sido una demanda de los congresistas demócratas: ellos defienden a los suyos. Toca al gobierno peruano defender nuestros intereses y nuestra gente.

Esto debiera ser particular preocupación de un gobierno aprista, partido inspirado en las enseñanzas de Haya de la Torre, quien insistió en que la inversión extranjera podía ser bienvenida pero bajo las condiciones establecidas por el Estado peruano y regulándolo a favor del desarrollo nacional.

Todo lo que en este punto tiene que pedir Alan García a los gringos es que el suelo esté parejo. Como diría Reimond Manco: “lo justo, tío Pacori”. Nada más.

Comments

2 Comments

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LUIS ANTONIO LOPEZ dijo...

por favor estoy haciendo un trabajo para los fabricantes de calzado en la ciudad de TRUJILLO,,y ellos estan interesados en ver CUAL SERA LA INCIDENCIA DEL TLC CON EEUU EN EL SECTOR CALZADO (MYPES)

GRACIAS
LUIS

borison enrique maza vallejos dijo...

hola

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