Impuesto a las Herencias

lunes, 6 de diciembre de 2010



Germán Alarco Tosoni
Investigador CENTRUM Católica

No se trata de un tributo del pasado. Se aplica ahora en numerosos países. Lo utilizan quienes postulan que el Estado tiene una función redistributiva para transferir recursos de los más ricos a los que tienen menos ingresos. Aporta a la estabilidad económica, social y política. Asimismo, es útil para promover una sociedad meritocrática (basada en el esfuerzo personal) y es una herramienta para enfrentar la concentración de la riqueza en manos de pocas familias. A niveles razonables son un aliciente a la creatividad, a la actividad emprendedora, a la competencia y coadyuva a la democracia efectiva.
La justificación teórica de los impuestos a las herencias es añeja. En el siglo pasado, Keynes la incorporó dentro de sus recomendaciones de política económica, conjuntamente con la política monetaria y fiscal (gasto e inversión) anticíclicas. La aplicación de estos tributos a las herencias e ingresos, que se transfieren como gasto público, son una redistribución que eleva la propensión a consumir de la sociedad, que reduce la inestabilidad del nivel de actividad económica. Esta es una buena receta para aplicar cuando disminuye el contenido de mano de obra por unidad de producto. También es útil para reducir la desigualdad excesiva o injusta que genera más altos grados de violencia, criminalidad, más desorden social e inestabilidad política.

El sistema de impuesto a las herencias norteamericano podría ser replicado en el Perú. Entre 2007 y 2009 se recaudaron anualmente entre US$ 20,000 y 25,000 millones. Obviamente es parte de los temas de disputa entre los Republicanos y Demócratas. Aunque usted no lo crea, empresarios como Bill Gates o Warren Buffett están a favor del impuesto con el argumento de la meritocracia. En el 2009 la tasa impositiva fluctuaba entre el 18% y 45% de la masa hereditaria, con un mínimo libre de impuestos de US$ 3.5 millones. Desde la época de la Segunda Guerra Mundial hasta 1976 la tasa máxima del impuesto fue del 77% y en el año 2000 del 55%.

El impuesto a las herencias, bajo el sistema estadounidense, debe ser aplicado en el Perú. Hay que hacerle ligeros ajustes a nuestra la realidad. Una economía oligárquica (en manos de pocos) es un mal componente para la democracia. Este tributo, con más regalías a las empresas mineras y de hidrocarburos, la elevación del impuesto a las ganancias de capital en la Bolsa de Valores, a las ganancias especulativas en operaciones inmobiliarias, más ISC a los bienes de lujo importados, entre otros, contribuye a reducir la desigualdad. También coadyuvan a la estabilidad económica, social y política (En: La primera, 12/11/2010, p. 11).

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