Cruzada redistributiva

viernes, 1 de julio de 2011



Germán Alarco Tosoni
Investigador CENTRUM Católica

Ya se inició la campaña contra algunos de los temas económicos clave propuestos por el nuevo gobierno. La contraofensiva por el aumento al salario mínimo vital a 750 soles está a cargo de las firmas consultoras tradicionales contratadas por el sector privado, del titular del MEF y otras autoridades. Se dice que este ajuste sería negativo para el nivel de empleo, que muchas empresas no podrían pagarlo, que afectaría seriamente a las micro y pequeñas empresas y que generaría presiones inflacionarias. El ajuste del salario mínimo es una herramienta de política pública, que con muchas otras, podría ser útil para iniciar una cruzada para mejorar la distribución del ingreso en el país.

Falsos dilemas

En la determinación de los salarios hay diferentes enfoques en juego. Destacan como opuestos el neoclásico y el keynesiano. Según el primero, la contratación de mano de obra depende del salario real y el stock de capital, donde remuneraciones bajas son positivas para la demanda de trabajo de las empresas, mientras que las altas son negativas. En el keynesiano, el nivel de contratación depende ante todo de los niveles de producción y ventas de las empresas. El empleo es un resultado del nivel de actividad económica; al revés de los neoclásicos que piensan que el nivel de empleo, a través de la función de producción, es el que determina los niveles de producción.

Es cierto, que remuneraciones reales más elevadas pueden desalentar marginalmente alguna contratación, cuando esta corresponde a una decisión de las unidades familiares. Sin embargo, el nivel de empleo en cualquier empresa dependerá de los requerimientos de producción, de las tecnologías en el equipo y de proceso establecidas. Nadie contrata a un trabajador adicional o uno menos del que corresponda técnica y económicamente hablando. Los neoclásicos se olvidan frecuentemente que remuneraciones bajas en términos reales son negativas para el nivel de demanda y producción agregada. Una mayor participación de las remuneraciones en el PBI es positiva, para los postkeynesianos, sobre la demanda, el nivel de actividad económica e inversión por los mayores mercados. En la teoría de salarios de eficiencia, mejores remuneraciones son positivas para la calidad y competitividad de todas las empresas. Menores remuneraciones generan más rotación del personal, menor calidad en los bienes y servicios producidos, mayores gastos de capacitación y entrenamiento. 

Existe una falsa visión de que los incrementos en las remuneraciones deben plasmarse necesariamente en los precios. En la teoría neoclásica las remuneraciones reales deben crecer de acuerdo a la productividad. En los últimos diez años el producto medio por trabajador creció 50%, mientras que las remuneraciones reales lo hicieron en promedio menos del 10%. Hay espacio para subir las remuneraciones, ya que la participación de la mano de obra por unidad de producto en lugar de aumentar se ha reducido. No en vano las remuneraciones sobre el PBI han disminuido su contribución del 40% a sólo 22% entre los años sesentas y 2009. A inicios de esta semana el propio Gerente Central de Estudios Económicos del BCRP señaló que entre 1990 y 2010 la productividad laboral del Perú creció al 2.9% anual, por encima de Argentina y Chile que lo hicieron en 2.5% y 2.4% respectivamente.  

La modificación del salario mínimo vital si impacta sobre los ingresos efectivos de la población. En el último informe del INEI sobre la situación laboral de marzo-mayo del 2011 se observa que ante el incremento del salario mínimo de 550 a 600 soles los ingresos promedio en Lima se elevaron en 9%. Tres de los casi 4.8 millones de la población económicamente activa, dependientes e independientes, se beneficiaron en mayor medida del ajuste. También se otorgó en la micro y pequeña empresa. Es complejo realizar cálculos del impacto de la nueva propuesta, ya que la información estadística es deficiente y las respuestas varían en el tiempo. Para algunos, sólo el 4% de los trabajadores formales se beneficiarían de estos aumentos. Nos parece que esta información no es veraz. Por ejemplo, se generarían mayores ingresos por 1.1 puntos porcentuales del PBI si el 20% de la masa salarial se impactara por este ajuste del 25%.

Retos por atender

El aumento del salario mínimo vital reduce las brechas intersalariales. Su impacto en la distribución funcional del ingreso (entre excedentes y remuneraciones) es menor, pero no despreciable. Es obvio que se circunscribiría principalmente a parte del ámbito urbano y el sector rural moderno. A nuestro entender no habría problemas en la capacidad instalada de la planta productiva para atender la mayor demanda por la mayor propensión a consumir de estos grupos sociales. Tenemos las divisas suficientes para responder a la mayor demanda de insumos y bienes de consumo importados. El impacto sobre las finanzas públicas sería menor.

Para que este ajuste sea efectivo se requiere que los precios al consumidor no se eleven, sea contrapartida de menores márgenes de ganancia y de comercialización. El logro de este objetivo requiere coordinarlo con el BCRP. Hay tiempo para explorar la naturaleza de la política monetaria contractiva para apoyar este cambio redistributivo. Habría que evitar las herramientas estándar que afectan la demanda en general. INDECOPI debe tener una actitud atenta y proactiva para evitar prácticas no competitivas. Los ministerios sectoriales deben anticiparse a identificar y prevenir las mayores presiones sobre la oferta actual de bienes y servicios. Por último, es imprescindible potenciar rápidamente todos los programas de apoyo a las micro y pequeñas empresas para aumentar su nivel de capitalización y de productividad.    






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